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¿Cómo mejorar los dolores de crecimiento en los niños?

Los dolores de crecimiento son muy comunes en los niños, por lo general afectan entre un 10% y un 20% de la población infantil entre los 3 y 10 años. No se identifica muy bien el origen de estos dolores, debido a que no establecen relación con el ritmo de crecimiento, ni con el cierre del cartílago de crecimiento, aunque en ocasiones coincide con etapas de mayor crecimiento o ‘estirones’.

¿En qué momentos se presentan los dolores de crecimiento en los niños?

Se generan situaciones de dolor por crecimiento por lo regular por la tarde o noche, en especial en los miembros inferiores. Estos malestares duran entre 10 y 30 minutos, y se presentan de forma habitual en la zona pretibial (en la parte frontal de las pantorrillas), gemelos, huecos poplíteos (la parte posterior de las rodillas) o muslos. Su intensidad varía lo que puede llegar incluso a despertar al niño de su sueño.

El dolor no se ubica en un punto específico. Es más bien inexacto, y cambia de ubicación, por ejemplo un día afecta a una pantorrilla y otro día al muslo de la pierna contraria. Los síntomas son variables por lo general, con intervalos sin dolor, que es posible que oscilen de días a semanas. Esto significa que pueden manifestarse una noche y después estar sin síntomas unas semanas.

Tratamiento para los dolores de crecimiento infantil

Los dolores de crecimiento en los niños mejoran con la aplicación de calor en la zona afectada. Se recomienda poner una manta eléctrica por algunos minutos, por ejemplo. Además es posible calmar los dolores con masajes en la parte dolorida. Y probablemente mejoran con estiramientos musculares de la extremidad afectada. Asimismo deben suministrarse analgésicos con frecuencia (paracetamol o ibuprofeno). Estos funcionan muy bien trascurridos unos 10 ó 15 minutos.

¿Cuándo es necesario recurrir al doctor por los dolores de crecimiento del niño?

Su pronóstico es benigno y suele generalmente desaparecer con la edad. El diagnóstico se fundamenta en la anamnesis (en los interrogantes que realizará el pediatra sobre el dolor) así como en la falta de trastornos en la exploración articular (las articulaciones no presentan inflamación ni enrojecimiento), por lo que no necesita inspecciones complementarias.

Deben asistir al médico:

– Cuando el dolor es intenso y frecuente

– Si se percibe que una articulación o una zona específica está inflamada o irritada.

– Si sucede luego de una lesión o traumatismo

– Si el niño presenta fiebre, dificultad para caminar, erupciones cutáneas, falta de apetito, debilidad, agotamiento o se percibe una conducta extraña en el niño.

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