Nino chupando dedo

¿Cómo prevenir en los niños la costumbre de chuparse el dedo?

Los niños que se chupan los dedos de la mano o el pie manifiestan un reflejo primario que, en ocasiones, permanece por dos motivos. La primera proviene del vínculo que el niño determina con el hábito y el placer que esto le genera. El niño además recurre a chuparse los dedos cuando requiere relajarse.

Por ejemplo, la costumbre de chuparse los dedos, se origina como una ayuda al momento de conciliar el sueño. Otro motivo tiene que ver con las circunstancias en las que es posible que se presente algún inconveniente en el desarrollo psicomotor de los niños, debido a un escasa estimulación. Eso se revelará mediante una costumbre, de una acción reiterativa.

¿A qué se debe que los niños chupen el dedo pulgar?

Por lo general, esta clase de comportamiento se mantiene por la primera razón expuesta, con lo cual se necesita ingenio y creatividad proveniente de los padres o cuidadores, para manejar y eliminar esta mala costumbre. Tanto los padres como los cuidadores, están en la obligación de intervenir en estas situaciones. Por ejemplo, en la circunstancia de que el niño duerma chupándose el dedo, una de las mejores soluciones para aplicar es tratar de reemplazar la costumbre por otra que no le genere perjuicio físico.

Con el propósito que el niño modifique la costumbre de chuparse el dedo, es necesario regalarle un muñeco pequeño u otra clase de juguete que el niño prefiera. Es importante que disponga de un amiguito, un compañero para sus ratos de ocio. Otra buena estrategia consiste en realizar masajes en las manos del niño o acariciar su cabello como una manera para relajarlo, puede representar una excelente opción al momento de apoyarlo para que supere esa mala costumbre de chuparse los dedos. Resulta ser más favorecedor reemplazar una mala costumbre por otra buena que llevar a cabo castigos y prohibiciones.

La costumbre de chuparse el dedo

Por lo regular, los niños desisten de la costumbre de chuparse el dedo pulgar o los dedos entre los dos y los cuatro años de edad. La frecuencia de esta mala costumbre luego de los cuatro años es posible que favorezca la presencia de inconvenientes en los dientes. Puede afectar la posición adecuada de los dientes.

En la gran mayoría de los casos los dientes superiores quedan más salidos que los demás. En esta situación, con paciencia y dedicación, es indispensable estimular al niño para que abandone este hábito.

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